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Saga Burney

Para conocer a esta saga de mujeres tenemos que  remontarnos a la Inglaterra del siglo XVIII. Allí, en las ajetreadas calles del Londres dieciochesco, un buen número de mujeres ejercían como empresarias. Llevaban a cabo su actividad en multitud de gremios, no todos feminizados; así en sus calles coexistieron mujeres sombrereras, zapateras, tintoreras pero también papeleras, cereras, plateras, ebanistas, impresoras… 

Entre estas mujeres se hallaba Frances Tereisa Wood (c.1685-1776), que  fabricó y vendió abanicos a lo largo de 50 años, compaginando su labor comercial con la crianza de sus hijos. Y es que Frances dio a luz nada menos que quince veces, aunque sólo cinco de sus descendientes llegaron a la edad adulta. Frances entrenó en el arte de la fabricación de abanicos a sus tres hijas: Mary (1715-d.1773), Martha (1717–d.1773) y Esther Sleepe (1725–1762). 

Las tres hermanas Sleepe colaboraron en el negocio de su madre. Luego, desde 1747, todas ellas abrieron sus propios talleres en Cheapside, la calle comercial más exclusiva de la ciudad en ese momento, donde fabricaron y vendieron abanicos y otros artículos de lujo.

Esther Sleepe, la menor de las hijas de Frances, tenía 22 años cuando abrió su propio negocio. Sin embargo, el negocio de Esther no fue tan longevo como el de su madre, ya que ella abandonó cualquier pretensión comercial poco después de su casamiento con el futuro musicólogo Charles Burney. 

Los hijos e hijas de Esther y Charles crecieron en un ambiente rico en estímulos culturales. Los niños Burney estaban profundamente unidos y compartían pasatiempos como tocar música, leer en voz alta y disfrazarse para dar vida a obras de teatro caseras. Este ambiente enriquecedor fue un gran aliciente para todos ellos, incluso para las cuatro niñas: Hetty, Fanny, Sussan y Charlotte Ann

Hetty (1749-1832), aunque recibió estudios en Francia para mejorar las perspectivas en un futuro empleo como institutriz, olvidó cualquier pretensión tras contraer matrimonio con su primo Charles Rousseau Burney. Sin embargo, era una experta pianista y su pericia le permitió interpretar dúos al clavicémbalo junto a su marido, compositor y músico.

Fanny (1752-1840) se convirtió en una reconocida escritora y llegó a ser dama de la Corte. Su narrativa supuso el nacimiento a la llamada novela de costumbres e influyó poderosamente en Jane Austen y en William Makepeace Thackeray. Además, dejó escrito un extenso diario, muy valioso para los estudiosos del siglo XVIII. 

Sussan (1755-1800) fue una miembra activa de la sociedad londinense hasta su matrimonio con Molesworth Phillips, que la aisló de su familia y la maltrató psicológicamente hasta llevar su quebradiza salud a un punto de no retorno. Sus diarios, llenos de ingenio y perspicacia, siguen siendo una valiosa fuente para los estudiosos del siglo XVIII. 

Charlotte Ann (1761-1838), la cuarta hija de Esther, contrajo matrimonio con el cirujano Clement Francis y trajo al mundo a cuatro hijos: Charlotte, Mary Ann y Clement Robert Francis. Charlotte Francis (1786-1870), su primogénita, fue traductora y escritora, aunque ha pasado a la historia sobre todo por haber publicado los manuscritos de su tía Fanny Burney. Trajo al mundo a cinco hijos, entre los que destacó Julia Charlotte Barrett (1808-1864) que, aparte de escritora, usó su breve estadía en La India para cambiar la vida de las mujeres y niñas de su entorno. 

Sarah Harriet (1772-1844), hermanastra de Hetty, Fanny, Sussan y Charlotte Ann, también se convirtió en novelista, labor que compaginó con sus obligaciones familiares como cuidadora y sus trabajos como institutriz y acompañante. En su obra cuestionó la utilidad de una educación diferenciada por sexos y los principios del sistema patriarcal e incluso presagió los temas que luego abordaría autores como Wilkie Collins, George Eliot y Thomas Hardy.

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