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Esther Sleepe (1723-1762)

Soy Esther Sleepe y soy recordada por algunos como la esposa del músico y escritor Charles Burney y la madre de la novelista Frances Burney (1752-1840). Sin embargo, fui también artesana y empresaria de éxito. 

Vine al mundo el 19 de mayo de 1723 en St Vedast, Foster Lane, Londres. Mi padre era Richard Sleepe, jefe de la banda de música de la localidad. Mi madre, Frances Teresia Wood, era una exitosa fabricante de abanicos. 

De mi madre aprendimos ese arte mi hermano y también mis hermanas MaryMartha y yo, lo que nos permitió a todas nosotras regentar nuestras propias tiendas en Cheapside, la calle comercial más exclusiva de la ciudad en esa época. Tenía veintitantos años cuando fundé mi negocio, en el que contraté bajo mi cuidado a un buen número de trabajadoras. 

Comercio como 'Feme Covert'.

Casi todo se fue al traste cuando conocí a Charles Burney, por aquel entonces estudiante de música, y entablé con él una relación en el transcurso de la cual me quedé en cinta de mi primera hija. Cecilia Charlotte Esther ‘Hetty’ (1749- 832) vino al mundo antes de nuestra boda, la cual celebramos discretamente en Westminster el 25 de junio de 1749. Luego llegarían Charles () y James (1750-1821).

El hecho de que una mujer casada trabajase por su cuenta no era bien visto en la Inglaterra del siglo XVIII, en especial si pertenecías o pretendías pertenecer a la clase media o alta. De hecho, cuando contraías matrimonio pasabas a convertirte en una ‘feme covert’ (literalmente ‘mujer cubierta’), situación en la que tu existencia legal se fusionaba con la de tu marido, lo que te despojaba de cualquier derecho u obligación legal individual. Es decir, que una mujer casada no podía poseer propiedades o finanzas propias, no podía firmar documentos legales, no podía celebrar contratos, no podía demandar, no podía testificar ni en favor ni en contra del marido y no podía formarse sin su expreso consentimiento. 

Sin embargo, consciente de que el comercio de abanicos atraía por lo común más caudal que la música, mi esposo me permitió continuar con mi actividad, labor que retomé en un nuevo emplazamiento algo más al este, en Fenchurch Street, amparada por la doctrina legal que reconocía a las mujeres la posibilidad de trabajar 'bajo la cobertura' del esposo. Eso sí, por ley los rendimientos obtenidos desde ese momento no me pertenecerían a mí, sino a mi marido. 

En 1751, mi marido Charles enfermó gravemente, motivo por el cual se trasladó a una bonita y modesta vivienda en Chapel Street, en King’s Lynn, para recuperar la salud. Estando allí aceptó un puesto de organista en la iglesia de Saint Margaret. Charles, músico de la capital, no tardó en adquirir un éxito notable entre la gente acomodada de la ciudad, que requirió masivamente de sus servicios como profesor de música de sus hijas. 

Yo permanecí todavía un tiempo más en Londres, cuidando de mi creciente familia, regentando mi negocio y a cargo de una casa de nueve o diez personas en ausencia de un marido enfermo que pasaba largos períodos fuera de casa. 

Tarjeta comercial de Esther Sleepe

Una década en King's Lynn.

En 1752, cuando la economía familiar comenzó a ser más holgada, me mudé a King’s Lynn con nuestros hijos Hetty, Charles y James. Por desgracia, al poco de instalarme, el pequeño Charles falleció. Luego vino al mundo Fanny (1752-1840), que me permitió tener la cabeza ocupada con sus cuidados.

Fue entonces cuando nos instalamos en una vivienda más conveniente situada en el 84 de High Street, calle en la que prosperaron grandes tiendas de moda frecuentadas por las clases pudientes y la nobleza rural. Allí nacieron Susan (1755-1800), Charlotte Ann (1761-1838) y Charles (1757-1817). Y allí pasaron los niños su más tierna infancia, tocando el clavicémbalo y el violín, compartiendo lecturas en voz alta y disfrazándose para representar obras de teatro caseras. 

Regreso a Londres.

Residimos en King’s Lynn hasta 1760, año en el que regresamos a la capital. 

A esas alturas de la vida, los eventos de mi pasado ya habían empezado a disolverse en el tiempo para preservar el buen nombre de los Burney. Y no me refiero ya al nacimiento fuera del matrimonio de mi primogénita, suceso que habría resultado imperdonable. Me refiero al mero hecho haber dado de comer a mi familia con mi propio negocio siendo no sólo una mujer, sino una mujer casada; admitir ésto ante un gentil habría resultado tan vergonzante que habría vetado el ascenso social de mi marido y de nuestros hijos de raíz, así que simplemente empezamos a disimular que aquello no había sucedido. 

Estando ya en Londres, comencé a dar signos cada vez más notorios de enfermedad. Eso me animó a visitar Bath y Bristol Hot Wells con la esperanza de sanar mis males, pero todo fue en vano. Me fui consumiendo lentamente hasta que un par de años más tarde, el 29 de septiembre de 1762, dejé este mundo víctima de la tuberculosis.

Con mi muerte, mi historia quedó sumida en el olvido y a ratos falseada, olvidada junto a la existencia de todas aquellas artesanas y comerciantes que frecuentaron las calles inglesas en el siglo XVIII, mujeres solteras, casadas y viudas que regentaron no sólo sombrererías y tiendas de abanicos, sino incluso platerías, cererías o imprentas. Por suerte, de un tiempo a esta parte la historiadora Amy Louise Erickson se ha empeñado en rescatarnos de las sombras del tiempo y poner en valor esa parte de la historia que incluso los hombres que decían amarnos silenciaron.   

Esther Sleepe, en una miniatura de G. Spencer
Fotografía de Oliver Lei Han para Bloomsbury Auctions, New York, 2009
Mejorada con myheritage photo enhancer

Fuentes.

Más información.

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