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Mostrando entradas de febrero, 2022

Marie Spartali (1844-1927)

Soy Marie Spartali y, aunque algunos me consideran la mejor pintora de la escuela prerrafaelista, la mayoría me reconoce como la musa de mis compañeros pintores. -Marie Spartali en una fotografía de Julia Margaret Cameron (1868)- Vine al mundo el 10 de marzo de 1844, en Londres, en el seno de una familia acomodada de ascendencia griega. Mi madre era Eufrosina Varsami y mi padre, Michael Spartali, director de la Spartali & Co. Tenía una hermana mayor que yo, Christina, que tocaba el piano como los ángeles. Vivía con mi familia en Clapham Common, en 'The Shrubbery', una fastuosa casa de campo georgiana con un gran jardín y vistas al Támesis y Chelsea. En los meses de verano, sin embargo, huíamos de la ciudad y nos trasladábamos a una casa de campo en la Isla de Wight, donde mi padre tenía un viñedo. Mi padre decidió que Christina y yo recibiésemos una educación tradicional en casa. Aprendí así a hablar un perfecto inglés y otros idiomas, como el francés y el italiano, y d

Anna Magdalena Wilcken (1701-1760)

Soy Anna Magdalena Wilcken y, aunque fui una aclamada soprano, todo el mundo me reconoce como la segunda esposa de Johann Sebastian Bach. Vine al mundo en Zeitz el 22 de septiembre de 1701, hija de Johann Caspar Wilcken y Margaretha Elisabeth Liebe. Mi padre era trompetista en la corte de Zeitz y mi madre, hija de un organista. Podría decirse que la música corría por mis venas... Mi familia y yo vivimos en Zeit hasta febrero de 1718, cuando la música dejó de ser demanda en la corte. Entonces nos trasladamos a Weissenfels. Actué como soprano en varias ocasiones junto a mi padre en la capilla de Zerbst, allá por 1721. Aquel verano me mudé a Köthen y en septiembre empecé a trabajar como soprano en la capilla de la Corte. Allí conocí a Johann, que era el director de la orquesta en la Corte. Johann no tardó en pedirme matrimonio; él era un hombre viudo de 36 años con cuatro hijos y yo, una joven autosuficiente de 20 años con su propio empleo y, aunque cualquiera lo hubiese tachado de locura