Soy Marie Spartali y, aunque algunos me consideran la mejor pintora de la escuela prerrafaelista, la mayoría me reconoce como la musa de mis compañeros pintores.
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-Marie Spartali en una fotografía de Julia Margaret Cameron (1868)- |
Vine al mundo el 10 de marzo de 1844, en Londres, en el seno de una familia acomodada de ascendencia griega. Mi madre era Eufrosina Varsami y mi padre, Michael Spartali, director de la Spartali & Co. Tenía una hermana mayor que yo, Christina, que tocaba el piano como los ángeles.
Vivía con mi familia en Clapham Common, en 'The Shrubbery', una fastuosa casa de campo georgiana con un gran jardín y vistas al Támesis y Chelsea. En los meses de verano, sin embargo, huíamos de la ciudad y nos trasladábamos a una casa de campo en la Isla de Wight, donde mi padre tenía un viñedo.
Mi padre decidió que Christina y yo recibiésemos una educación tradicional en casa. Aprendí así a hablar un perfecto inglés y otros idiomas, como el francés y el italiano, y di clases con el más prestigioso maestro de canto del momento. Además, pronto aprendí a amar la Cultura, pues el ambiente cultural era habitual en casa. No en vano, mi padre solía organizar lujosas fiestas en el jardín de nuestra casa en Londres a las que invitaba a los jóvenes escritores y artistas de la ciudad.
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Marie Spartali, alrededor de 1860 | © NPG A finales de mi adolescencia, empecé a frecuentar a mis primas Maria Zambaco y Aglaia Coronio y nuestros amigos, en una flagrante muestra de originalidad, comenzaron a llamarnos Las Tres Gracias, supongo que para ensalzar nuestra belleza. El verano de 1864 cambió mi vida para siempre... Por un lado, a través de nuestra amistad con la familia Ionides, empecé a visitar 'Little Holland House', un lugar muy frecuentado por los amantes de los Prerrafaelitas. Allí conocí a la pionera de la fotografía artística Julia Margaret Cameron, que me invitó a posar para ella; lo hice en el salón de Little Holland House y luego también en su casa, que estaba en la Isla de Wight. Como mi familia y yo veraneábamos allí, pronto todos nos hicimos amigos de Julia. Sumergirme en aquel mundo me dio alas para materializar mi intención de convertirme en alumna de Dante Gabriel Rossetti, por el que sentían una profunda admiración. Sin embargo, Rossetti, que estaba en todo el apogeo de su carrera, no se mostró por la labor de ejercer de profesor de nadie y pasó la patata caliente a Luke Ionides que a su vez se la pasó a Ford Madox Brown, que fue quien la aceptó. Y fue así como, a pesar de la oposición de mi padre, empecé a dar clases de pintura aquel mismo verano en el estudio de Ford junto a sus hijas, con las que entablé así amistad. Expuse por primera vez tres años más tarde, en 1867, cuando la Galería Dudley exhibió cinco acuarelas mías.
En 1869 posé para Rossetti por primera vez, para un retrato a tiza, y desde entonces modelé para muchos de mis compañeros. Por aquel entonces, el también pintor William Holman-Hunt se fue de la lengua y comentó que estaba viéndome con Lord Ranelagh y que tenía la intención de casarme con él. Supongo que lo hizo por despecho, ya que Ranelagh había tonteado con su novia un tiempo antes, episodio que desembocó en una escandalosa ruptura de compromiso. En cuanto mi padre tuvo conocimiento de nuestro romance, lo cortó por lo sano y me prohibió cualquier amistad con semejante libertino. 1870 supuso otro punto de inflexión en mi vida. Expuse por vez primera en la Royal Academy de Londres junto a mis amigas Catherine y Lucy Madox Brown, las hijas de mi mentor. Además, conocí a mi futuro marido, el escritor y artista estadounidense William James Stillman. William había llegado a Inglaterra en 1869 y andaba solicitando activamente fondos para ayudar a mantener a la población cristiana de Creta. Una noche vino a visitarnos a casa y pronto entablamos conversación. Me relató con gran pesar el suicidio de su primera esposa y cómo ella lo había dejado solo en el mundo a cargo de tres hijos. Su triste historia me conmovió y enterneció y pronto empezamos a frecuentar la mutua compañía hasta que nos comprometimos. Él tenía 41 años y procedía de una familia baptista; yo tenía 24 y mi familia era ortodoxa; ciertamente parecíamos una pareja imposible.
Mis padres se opusieron al compromiso y mi padre amenazó incluso con desheredarme. Sin embargo, no accedí a sus chantajes y a sus convencionalismos y pronto hicimos público nuestro futuro enlace por lo civil. La ceremonia tuvo lugar en la oficina de registro de Chelsea el 10 de abril de 1871. Mis padres no asistieron a la ceremonia. Los testigos fueron Ford Madox Brown, que actuó como padrino, y su hija Lucy; el señor y la señora Merrington, amigos de mi familia, también actuaron como testigos. La boda se festejó luego con un desayuno nupcial en la casa de Ford. Luego visitamos la Isla de Wight y nos instalamos en una casa propiedad de mi padre pasar la luna de miel; nunca fuimos bienvenidos allí. De hecho, mi boda con William deterioró mi relación con mis padres para siempre, infligiendo a mi corazón una herida que nunca sanaría del todo. Aquel verano William y yo pasamos seis semanas en Nueva York y Boston; allí nos reunimos con sus hijos. El 7 de enero de 1872 vino al mundo nuestra hija Effie. Aquella fue una etapa dura en mi vida; William tenía dificultades para conseguir trabajo y yo tenía que hacerme cargo de la casa y de criar a la familia. A a pesar de todo, me las apañé para mantener mi producción pictórica, trabajando en los pocos espacios libres que mi labor como madre y esposa me dejaba. En 1873 conseguí exponer por primera vez en una galería en Boston; ya nunca dejé de exhibir en Estados Unidos desde entonces.
En 1876, William consiguió un puesto en The Times como corresponsal en los Balcanes, así que hubo de dejar Londres para trabajar allí. Su ausencia aumentó el peso de las demandas domésticas sobre mis hombros. Aun así, coseché un éxito importante en la Royal Academy con la exhibición de 'La última visión de Fiammetta'. Luego, en 1877, fui una de las artistas invitadas a la inauguración de la Grosvenor Gallery de Londres, que pretendía ser la alternativa a la Royal Academy. En la primavera de 1878 William fue trasladado a Florencia y todos nos mudamos con él. Poco después nació nuestro hijo Michael, el 27 de octubre. Eso sí, cada verano regresa con mis hijos a la Isla de Wight, donde nos alojábamos en casa de mis padres. Aquello me permitió mantener el contacto con mis amigos y con la escena artística londinense. En 1879 permanecí en Inglaterra casi todo el año de hecho. Y también regresé a Clapham Common en 1881 para dar a luz a James, mi tercer hijo, que vino al mundo el el 13 de agosto y al que perdí unos pocos meses después en Florencia, el 1 de mayo de 1882.
Los acontecimientos trágicos se sucedieron a partir de entonces. En septiembre de 1884 perdí a mi hermana Christina a causa de una sobredosis. En 1885 el negocio de mi padre quebró y tuvo que declararse en bancarrota y vender la mansión familiar en Clapham Common con todo su contenido; por suerte conservó Rylstone Manor, su propiedad más hermosa en la Isla de Wight. Mi único bálsamo fue ver como mis hijastras progresaban: Bella había comenzado a formarse como escultora y Lisa estudiaba en la Escuela de Bellas Artes de Slade en Londres. En 1886, The Times envió a William a Roma y todos nos mudamos con él. Allí conocimos al paisajista Giovanni Costa, que siguió instruyendo a Lisa. De hecho, las dos exhibimos juntas con su Escuela Etrusca. Mientras tanto, a finales de 1892 Bella contrajo matrimonio con James Henry Middleton, profesor de Bellas Artes en la Universidad de Cambridge y director del Museo Fitzwilliam. En 1898, William se retiró de The Times y pudimos instalarnos definitivamente en Inglaterra. Entonces construimos una casa en el bosque en Deepdene, Frimley Green, Surrey, una zona próspera y rural al sur de Londres. Mis obras regresaron al mercado del Reino Unido, sin embargo, las ventas no eran cuantiosas. Perdí a William en 1901. Entonces me mudé a Kensington, Londres, con Bella, que había enviudado en 1896. Visité Roma con Bella y Lisa el verano de 1902. En 1903 viajé a Estados Unidos, donde pasé un tiempo con Samuel Bancroft, que había comprado mi lienzo "Sonetos de Amor" en 1894. Regresé a Estados Unidos en 1908, donde se realicé una exposición individual en Nueva York. Volvería una vez má en 1923.
Pinté activamente hasta poco antes de morir. Para ello adopté mi propia técnica mezclando acuarela, gouache y grafito con pigmentos y aditivos pesados y opacos que aproximaban el acabado de mis obras a los de la pintura al óleo. En cuanto a los temas, me atraían los retratos de mujeres y las escenas extraídas de las obras de Shakespeare, Petrarca, Dante y Boccaccio; es decir, los típicos temas prerrafaelistas. Además, me atreví con los paisajes italianos. Sin embargo, no quería que mis heroínas apareciesen como meros maniquíes vacíos, sino como mujeres de carne y hueso, lo cual me valió el reconocimiento de muchos críticos de Arte. Dejé esta vida el 6 de marzo de 1927 en Ashburn Place, South Kensington. Junto a mi testamento hallaron una carta que decía: «Parece bastante absurdo hacer un testamento cuando uno no tiene ni dinero ni posesiones para legar». Mis posesiones se limitaban a unos pocos artículos personales y algunos recuerdos de mi vida como pintora. Mi cuerpo fue incinerado en el cementerio de Brookwood, cerca de Woking, Surrey. Mis restos descansan allí junto a los de mi marido.
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