Soy Agnes MacDonald y, a pesar de mis inquietudes, acabé convertida en una de tantas perfectas esposas victorianas ocultas bajo los éxitos de su idolatrado esposo.
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-Fotografía de "The MacDonald Sisters" de A. W. Baldwin, e-bj.org- |
Mi padre era el pastor metodista George Browne MacDonald y mi madre, Hannah Jones, hija de un tendero de Manchester. En casa éramos dos hermanos (Henry y Frederic) y seis hermanas (Alice, Caroline, Georgiana, Agnes, Louisa y Edith; Caroline, sin embargo, murió en 1854, con sólo 16 años).
Nuestros padres no nadaban precisamente en la abundancia, lo cual les impidió dar a las chicas una educación reglada o garantizarnos buenos matrimonios. Por eso, cuando cuatro de nosotras nos desposamos con hombres de un cierto prestigio, cualquier otro logro obtenido se nos fue obviado.
Vine al mundo el 17 de septiembre de 1843 en Leeds, West Yorkshire. Mi primera y única escuela fue mi casa, ya que mi madre adoptó el papel de profesora. Ella, a veces con la asistencia de una institutriz, nos instruyó a mis hermanas y a mí en los conocimientos básicos que una perfecta dama victoriana debía atesorar: lectura, aritmética, algo de idiomas, poesía, música, dibujo y, por supuesto, costura y cocina. Además, teníamos acceso casi libre a la biblioteca de papá. Por eso, aunque nuestra economía no era holgada, todas nosotras éramos mujeres instruidas y con inquietudes.
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Agnes MacDonald retratada por Burne-Jones en 1865 (e-bj.org) |
Esas inquietudes me llevaron a entrar en contacto con el mundo artístico a través de mi hermano Harry, que formaba parte del Birmingham Set. No tenía ni veinte años cuando empecé a posar para mis amigos pintores y a frecuentar a Jane y William Morris junto a mis hermanas. En Red House, la vivienda de los Morris, la creatividad era una habitante más; de hecho, sus anfitriones a menudo animaron los esfuerzos artísticos míos y de mis hermanas. En cierta ocasión, el señor Morris aseguró que mis historias eran las más entretenidas que había oído. Además, me gustaba tocar el piano y cantar.
En marzo de 1865 me mudé una temporada con los Burne-Jones, para ayudar a organizar la boda de mi hermana Alice. Allí conocí Edward Poynter, amigo de mi cuñado y pintor como él. Edward era el administrador artístico de la iglesia de Wolverhampton y había expuesto ya cuatro o cinco cuadros en la Royal Academy, así que parecía tener un futuro prometedor. Además, tampoco era indiferente a la belleza de la música, lo cual nos llevó a entablar amistad.
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"Green Summer" de Burne-Jones Jane Morris está en centro sujetando unas plumas de pavo real. Es probable que Agnes esté a su izquierda. Georgiana aparece leyendo y a su derecha es posible que esté Louisa. La escena tiene lugar en los jardines de Red House, la vivienda de los Morris (historywebsite) |
Edward me propuso matrimonio en abril de 1865; yo tenía 21 años y Edward, 28. Nos casamos un año más tarde, en el verano de 1866, en una boda doble junto a mi hermana Louisa; como nuestro padre ya estaba delicado de salud, fue mi hermano quien me acompañó al altar. Nuestro hijo Ambrose, al que cariñosamente llamábamos Ambo, vino al mundo en Londres el 26 de septiembre de 1867. Nuestro hijo Hugh Edward nació el 28 de enero de 1882 en Kensington.
Mientras que yo cuidaba de nuestra pequeña familia y reconfortaba a nuestros hijos, Edward pintaba sin descanso, de forma casi enfermiza. De hecho, el desgaste al que se sometía a sí mismo era tal que finalizaba cada lienzo sumido en la depresión. Más de una vez llegué a preguntarme si nuestros hijos o yo misma seríamos capaces algún día de encender en su corazón una mínima parte del fervor que despertaba en él su propio trabajo…
Por suerte, la carrera de Edward resultó exitosa y nos permitió vivir cómodamente. De hecho, su popularidad propició su nombramiento como Director de la Galería Nacional, como Presidente de la Real Academia y como Caballero de forma casi simultánea, entre 1894 y 1896.
Poco después de eso me detectaron un tumor. Me lo extirparon en 1903. Sin embargo, nunca me repuse de aquello. Dejé esta vida tres años más tarde, el 12 de junio de 1906, en Kensington; sólo tenía 63 años. Me sorprendió saber que mi partida dejó devastado a Edward, quien tan pocas veces había demostrado algo de cariño o de consideración por mí mientras estuve viva.
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Agnes MacDonald retratada por su marido |
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